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Hoy celebro la vida a través de las cosas cotidianas. Hoy disfruto más las cosas que conozco. Valoro lo que es constante como a las personas y sus reacciones. Disfruto hacer el mismo recorrido por las banquetas y reconocer el mismo lugar que alguna vez me hizo sentirme viva.
A esta edad se reconoce con claridad lo tuyo y lo que te quedas para siempre. Lo que no es negociable. Tus amigos y con sus miradas, volver a vivir lo mismo y abrazarlo cada día un poquito más, para que vez con vez lo hagas más tuyo, pongas más tu sello.
Ahora se me antoja comerme al mundo en pedazos más chiquitos, pero más constantes.
Planes con raíces más profundas, que trasciendan; más trabajo, que me lleve más lejos.
Sé con quien cuento de tripulación en mi barco; buenos, sanos, incondicionales. Personas completa. Ahora me doy cuenta que el corazón esta lleno; que mi selección de primera división esta jugando en el campo. Y es por cada jugador que me rasgarías la camiseta, por que hoy sé quien es parte del equipo y quien se pone la camiseta.
Es esta edad que te vuelves coleccionista y cazadora de carcajadas, de reventar el carrete de fotos por tomar conservar cada memoria, son esas palabras que dependen de la memoria para volverlas eternas.
Son esas personas a quienes la vida te ha presentado y tienes el privilegio de poderlas servir en el camino; y que gracias a ello la vida se hace más ancha y más feliz.
Son cicatrices invisibles que te hacen sentir orgullosa, y agradeces cada una, pues si no no serias lo que eres hoy.
Son cada día cosas más sencillas las que valoras, como tomarte con café contigo. O perderte en tus ideas para volverte encontrar cada día más segura de lo que quieres.
Es despertar y lo primero que ves es a quien mas quieres cada mañana. Es agradecer que decir “te quiero” nunca se acaba. Es valorar tu tiempo y no desperdiciarlo en cosas que no construyen.
Es saber que Dios es un eterno escucha, y puedes tener conversaciones poco profundas durante el día y más profundas en la noche, o cuando el silencio logra llegar; y simplemente sueltas el control para que Dios siga tejiendo el destino poniéndote a las personas indicadas en el momento indicado. Es dejar que hable por ti cuando alguien necesita escucharlo, y encuentra camino a través de mi.
A esta edad se come con los ojos el arte, se huele la sinceridad, se toca el alma de las personas en una conversación. Es seguir aprendiendo a soltar, pues entre más es así, más cosas regresan a su lugar. Es confiar que todo lo bueno te encuentra si así lo quieres de verdad.